María, Madre
Cuando Dios quiso enseñarnos a amar sin límites, abandonó todo privilegio y creció en el vientre de una mujer, como cualquiera.
No vemos en esa campesina nada que la convierta en candidata para una gran misión. Esa ausencia de «curriculum vitae» conquistó a Dios.
«Ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava.»
María ayudó a crecer a Jesús, hasta que un día… nos lo entregó:
«Haced lo que Él os diga.»
Y Jesús, antes de morir, también nos entregó a María:
«Ahí tienes a tu madre.»
Tal vez no la conocemos, o nunca hemos hablado con Ella. No importa. Porque ser «madre» es un don incondicional, sin fecha de caducidad. Somos sus hijos, lo sepamos o no. Podemos llamarla ahora mismo: ¡mamá! Una buena madre, acude a toda prisa.